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domingo, 19 de agosto de 2007

Masacre de las bananeras


Presentado por:
Carlos Felipe Cifuentes
Andrés David Lizarazo
Diana María Moreno
Helem Alejandra Sánchez

MASACRE DE LAS BANANERAS


“Temedle a las multitudes tranquilas que parecen no reaccionaran. El hombre que reacciona inmediatamente descarga su ímpetu volutivo; pero el taciturno ignorante que sufre la ofensa la acumula, pasa al plano de su subconsciencia, hasta que un día, con cualquier motivo vanal, estalla en forma huracanada y terrible” .


Las pocas huelgas heroicas de los años veinte (20) en Colombia, tuvieron gran influencia fuera de proporciones en nuestra historia. La violencia ejercida por el gobierno conservador hacia los trabajadores en esa época determinó el dominio posterior del partido liberal. Aunque tradicionalmente los votos liberales habían sido urbanos, el enfrentamiento entre obreros y partido conservador en los primeros años de nuestra industrialización determino que la creciente clase obrera se identificara con el liberalismo, fenómeno que a medida que se urbanizo el país determino el predominio político del liberalismo.

Las tres grandes huelgas de los años veinte (20) fueron contra compañías norteamericanas, esto se debía a que la intervención extranjera en Colombia no era cuantiosa. Dichos conflictos se produjeron en áreas recién pobladas por migrantes recientes que se encontraban en condiciones muy precarias. Las compañías tenían el monopolio en cuanto a comisariatos, comedores, vivienda, entre otros, ya que los centros de consumo se encontraban lejanos a las compañías, en los llamados company towns o poblaciones; responsables de todo problema, en donde la insatisfacción de los obreros se canalizaba de forma fácil y con frecuencia de forma violenta contra la empresa .

En el año 1928, La United Fruit Company llevaba 30 años operando en Colombia y explotaba a los trabajadores aprovechando la falta de legislación laboral en el país, mediante la utilización de un sistema de subcontratación que le permitía hacer caso omiso de las peticiones obreras. Los trabajadores habían intentado huelgas en años anteriores para mejorar sus condiciones que terminaron sin resultados positivos. La mayoría de las huelgas fueron reacciones espontáneas de obreros no organizados ante situaciones de injusticias concretas. A veces las ayudaban a organizar líderes socialistas como Maria Cano o Raúl Eduardo Mahecha.

“La empresa norteamericana United Fruit Company (UFC), creada en Boston en 1899, había llegado a la zona bananera del Magdalena a comienzos del siglo XX. La mayoría de los trabajadores de sus plantaciones eran vinculados indirectamente por medio de contratistas. Por ello nunca se pudo precisar su número exacto, pero se habla de una cifra que oscilaba entre 10.000 y 30.000. El 12 de noviembre de 1928 uno de los sindicatos que funcionaba en la región lanzó la huelga para presionar la solución de un pliego de nueve puntos. No era el primer conflicto laboral en la zona, pues desde 1918 se habían presentado ceses de trabajo, pero fueron parciales o de sectores específicos como los ferroviarios o portuarios dependientes de la multinacional.

El pliego de peticiones comenzaba con tres puntos que llamaban al cumplimiento de leyes colombianas sobre el seguro colectivo y obligatorio para los trabajadores, accidentes de trabajo y habitaciones higiénicas. Luego se exigía aumento salarial del 50 por ciento, cesación de los comisariatos y de préstamos por vales, pago semanal, contratación colectiva y establecimiento de más hospitales. Aunque sólo se exigía amoldarse a la escasa legislación laboral, la UFC se negó a negociar.”. (Colombialink obtenida el 27 Abr 2007 22:50:25). En esta cita, se puede apreciar en un contexto amplio la influencia de la United Fruit Company en la política interna, hasta el punto que la empresa llego a negociar parte de santa Marta para que fuera una “provincia independiente”. La United fruit llevaba treinta años operando en Colombia pero las condiciones de trabajo no eran las mas optimas; la empresa abuso de la subcontratación para evitar las huelgas pero a pesar de esta medidas el 12 de noviembre tras una serie de peticiones que fueron negadas los trabajadores de las bananeras exigen “cumplimiento de leyes colombianas sobre el seguro colectivo y obligatorio para los trabajadores, accidentes de trabajo y habitaciones higiénicas. Luego se exigía aumento salarial del 50 por ciento, cesación de los comisariatos y de préstamos por vales, pago semanal, contratación colectiva y establecimiento de más hospitales. Aunque sólo exigía amoldarse a la escasa legislación laboral, la UFC se ego a negociar” Mauricio Archilla, Colombialink

Colombia inicio el siglo XX con una hegemonía conservadora que tuvo sus inicios en 1886 en cabeza del presidente Rafael Núñez, cuando a nivel mundial el socialismo era protagonista y sus ideas estaban calando en las mentes juveniles, y logrando grandes triunfos como el dado en la revolución de octubre y la conformación de la URSS. Al final de la de cada de los 20” el presidente conservador Miguel Abadía Méndez veía con preocupación como el partido liberal estaba evolucionando y sumándose a la lucha socialista con muchos lideres Enrique Olaya Herrera, Alfonso López, Eduardo Santos, Luis López de Mesa, Eduardo y Agustín Nieto Caballero, Armando Solano, Benjamín Palacio Uribe, Luis Cano, Enrique Santos, Ricardo Rendón, María Cano, dentro de el que como discurso tenia la propuesta de una reforma social.


Raúl Eduardo Mahecha sabía que había creado conciencia en la clase trabajadora frente a los enclaves norteamericanos en el país, pero era necesario continuar con la campaña. Por ello decidió trasladarse, con su imprenta volante y demás parafernalia, a la zona bananera del departamento del Magdalena, donde existía otro gran emporio gringo: el de la United Fruit Company que, al igual que la TROCO, pisoteaba a los trabajadores y a Colombia misma. Como ya era un líder conocido, de gran experiencia y mística, le fue fácil editar de nuevo su periódico Vanguardia Obrera y organizar sindicalmente a 32.146 asalariados, muchos de ellos desplazados de Barrancabermeja por la TROCO, que participaron activamente en la huelga de las bananeras y que sufrieron, al igual que Mahecha, la represión desatada por la United en conjunción con el decadente régimen conservador, lo que terminó en la famosa matanza de los primeros días de diciembre de 1928. Luego de la huelga, las fuerzas contrarrevolucionarias le destruyeron a Mahecha su imprenta volante y demás muebles; el líder fue sindicado como reo de alta traición y al ser perseguido por las autoridades tuvo que huir por Aracataca, Fundación, Pivijay, Giraldo y Cartagena, de donde partió clandestinamente a Panamá. De allí pasó a Venezuela, donde reanudó sus lazos de unión con Biófilo Panclasta, pero tuvo que salir precipitadamente pues el régimen del dictador Juan Vicente Gómez quiso apresarlo. Viajó luego a México y, de allí, el 26 de abril de 1929, se desplazó a Montevideo, donde participó con gran éxito en el Congreso Obrero Latinoamericano. Luego de un corto periplo por el sur del continente (Santiago de Chile y Buenos Aires), Mahecha viajó a París para participar, como representante de la Confederación Sindical Latinoamericana, en el Congreso Mundial Antiimperialista de París, donde, al igual que en Montevideo, fue aclamado. En octubre, y con la autorización directa de José Stalin, se desplazó a Moscú, donde vivió hasta fines de 1930, cuando decidió regresar a Colombia. Una vez en el país, no volvió a participar en actividad política alguna.
En la tarde del 6 de diciembre de 1928, después de casi un mes de huelga de los diez mil trabajadores de la United Fruit Company, corrió el rumor de que el gobernador del Magdalena se entrevistaría con ellos en la estación del tren de Ciénaga. Era un alivio para los huelguistas, pues no habían recibido del gobierno conservador sino amenazas y ninguna respuesta positiva de la multinacional.
Desde el principio hubo brotes de violencia de todos los lados, los obreros, los agentes de la United y fuerzas armadas, pero no pasaban de escaramuzas aisladas. Por eso los huelguistas acudieron en masa a la estación de Ciénaga al encuentro con el primer funcionario gubernamental que se dignaba hablar con ellos. Como pasaban las horas y el funcionario no llegaba, los ánimos se fueron exacerbando, tanto entre los manifestantes como entre los soldados emplazados en el sitio.
En ese momento las fuerzas armadas dieron la orden de desalojo que fue desobedecida por los trabajadores quienes enardecidos vociferaban abajos a la multinacional y al gobierno.
Gabriel García Márquez en Cien años de soledad incluyó una versión literaria de los hechos dentro del llamado realismo mágico. El mismo autor menciona en su libro autobiográfíco Vivir para contarla que hubo una lectura de la orden de desalojo en la que se dio cinco minutos para que la multitud (hombres, mujeres y niños, malhechores como fueron llamados) que ocupaban la plaza la desalojaran, después de los cuales el ejército abrió fuego.
El General Cortés Vargas, quien fue el que dio la orden, argumentó posteriormente que lo había hecho, entre otros motivos, porque tenía información de que barcos estadounidenses estaban cerca a las costas colombianas listos a desembarcar tropas para defender al personal estadounidense y los intereses de la United Fruit Company, y que de no haber dado la orden Estados Unidos habría invadido tierras colombianas. Esta posición fue fuertemente criticada en el Senado, en especial por Jorge Eliécer Gaitán quién aseguraba que esas mismas balas debían haber sido utilizadas para detener al invasor extranjero.
El número de muertos no se ha determinado y sigue siendo motivo de debate. Según la versión oficial del gobierno colombiano del momento sólo fueron nueve. Otra versión es aquella contenida en los telegramas enviados el 7 de diciembre de 1928 por el consulado de Estados Unidos en Santa Marta a la Secretaría de Estado de Estados Unidos, donde inicialmente se informaba que fueron cerca de 50 los muertos. Más tarde en su comunicado del 29 de diciembre de 1928 indicó que fueron entre 500 y 600, además de la muerte de uno de los militares. Por último en su comunicado del 16 de enero de 1929 indicó que el número excedía los 1.000. Según el consulado, la fuente de dichas cifras fue el representante de la United Fruit Company en Bogotá. Posteriormente diferentes versiones e investigaciones hechas por historiadores colombianos y extranjeros han hablado de otras cifras, de entre 60 y 75 muertos, como mínimo, o de alrededor de mil, como máximo. Testigos han dicho que muchos cuerpos fueron llevados en trenes y arrojados al mar.
Ante esta respuesta violenta, se produce la desbandada de los trabajadores y una rápida negociación, y como resultado de la misma aceptan recortar por mitad los salarios. La indignación obrera se estrelló contra una doble muralla que le impidió sacar frutos de la aciaga experiencia: de una parte, el temor anticomunista del gobierno de Miguel Abadía Méndez (1926-1930) que veía la revolución bolchevique a la vuelta de la esquina; y, su contraparte, la tozuda fe insurreccional heredada de las guerras civiles del siglo XIX y alimentada por las nuevas ideologías de izquierda. El resultado es que ni hubo la temida revolución, ni tampoco cuajó la ansiada insurrección. El aparente empate fue resuelto por un liberalismo reformista que tomó en sus manos el poder para intentar, sin mucho éxito, atemperar los espíritus e institucionalizar el conflicto laboral que era imposible soslayar
El manejo de esta huelga acabó de desprestigiar al partido conservador entre la clase obrera, y les dio la ocasión de lideres liberales como Jorge Eliécer Gaitán de convertirse en defensores de la clase obrera. En el congreso, el debate de Gaitán sobre la matanza en las bananeras fue melodramático, pero efectivo. Ese debate, en septiembre de 1929, le dio publicidad a Gaitán, y lo convirtió en el portavoz más conocido del movimiento obrero.
Este es uno de los hechos más dolorosos y al mismo tiempo más expuestos a los vaivenes de la ficción además más disputados por la memoria colectiva, tanto que hoy sigue provocando pasiones de uno y otro lado del espectro político. No acaba de suceder la masacre cuando ya se levantan interpretaciones antagónicas, lo que hizo claro que no habría consenso de lo que sucedió en aquella madrugada, y que ha generado múltiples versiones, relatos moldeados por cada protagonista atendiendo a sus motivaciones. La masacre de las bananeras no hacia parte de la historia oficial enseñada a muchas generaciones. Pero de no haber sido por la imaginación traducido en las caricaturas de Rendón, las denuncias de Gaitán, la escultura de Arenas Betancourt , las novelas de Álvaro Cepeda y de Gabo, los abundantes recuentos de los historiadores y sobre todo el acuerdo de los sobrevivientes se abría hundido en el manto del olvido como muchos de los hechos recientes de la historia colombiana de hay la necesidad de revivir la memoria colectiva y no suprimirla como pretenden muchos, reconociendo nuestra historia nuestro papel de sujetos activos de ella es que lograremos darle un nuevo rumbo.

7 comentarios:

Ingeniero Forigua dijo...

Esta historia no para ahí, Jorge Elicer Gaitan, continua su lucha en contra de un gobierno conservador injusto, hasta que ocurre su muerte que aun hoy es un misterio, no se sabe si es un complot o no; pero las grandes consecuencias fueron la aparición de los grupos subversivos.

Felicidades doctor David escribe muy bacano yo apenas recuerdo mi clase de historia del colegio

Andrés Lizarazo dijo...

Pues este trabajo lo hicimos entre varios compañeros. Respecto a lo de Gaitan nos e si le hice referencia pero la primera frase es de el y sale en un libro que narra las discusiones con el congreso en las sesiones del 29. Plena crisis mundial y casi que se olvida lo que hizo el señor Cortes Vargas.

Celso. En Twitter: @tetecel dijo...

La labor ahora de los buenos colombianos es seguir las ideas liberales de nuestro caudillo Jorge E. Gaitán, en homenaje a todos esos compatriotas que fueron masacrados vilmente por el imperialismo norteamericano y la burocracia conservadora colombiana que aún siguen vigentes..
Vivan las ideas liberales, viva Gaitán, viva el POLO.

jenny dijo...

no esta bien publicado es te documento poara las personas o estudiantes con avanzada inteligencia

jenny dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Karita Loaiza dijo...

El documento esta bueno. Pero deberian darle los creditos al autor no? hasta donde se no hacerlo es plagio!

Para complemetar el autor de dicho texto es Mauricio Archila Neira
Ph.D. en historia y profesor titular de la Universidad Nacional de Colombia

Daniela Figueroa dijo...

Debería,por lo menos,estar entre comillas todo lo que se tomó del documento de Mauricio Archila; casi toda la conclusion es del texto del profesor Archila.