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jueves, 3 de enero de 2008

Del crepúsculo de los ídolos.

El crepúsculo de los ídolos*




Ídolo y tragedia son dos palabras o mejor estados que según Nietzsche se conjugan en un mismo lugar en un mismo determinado momento de tiempo y que algunas características de ellos continúan. Es muy grato para mi aun hoy seguir leyendo esta obra, que aunque compleja como todas las obras de Nietzsche, hace un salto grande asi la ratificación de su pensamiento y mas aun solo se alcanza a conocer hasta el final de sus días de total lucidez.

Para Nietzsche la tragedia sobrevivía en un mismo lugar como la antigua Grecia y a los clásicos que solo se ubicaban según el en los latinos. La tragedia entonces vista desde la antigua Grecia que la rescata al mismo tiempo que lo dionisiaco, esta visto como una conjunción de creencias y de valores que no chocaban de frente entre si, y que finalmente desembocaría en un primer farsante como Sócrates, pero menos farsante a su vez que Platón. Por supuesto lo anterior en torno al pensamiento inicial del problema socrático, que a su vez encadena con el problema de lo kantiano, el primero de los filósofos que habla en términos burlones y caricaturescos del conocimiento, y el segundo que plantea según Nietzsche teorías que no prueba y que mucho menos están al alcance del hombre, un ejemplo de esto ultimo es la “cosa en si” y la “cosa para si”, que vuelve al ser humano ajeno y mero espectador, o peor aun que da la ilusión de gran participación que solo da a entender la inutilidad de postulados como estos.

Contrario a las “frases celebres” en adefesios de seudo películas como el “día después de mañana”, Nietzsche no era para nada chauvinista, y en esto si compartía el pensamiento Schopenhauriano, veía como el pueblo Alemán imbuido por una idiotez general y envuelto en los dos peores narcóticos según el de todo el pueblo europeo: el alcohol y el cristianismo. El desprecio profundo por el pueblo Alemán que estaba tomando un giro inesperado hacia el antisemitismo que lo llevo a alejarse de Wagner, el mismo desprecio por la filosofía de masas, y que en su capitulo de la razón de la filosofía hace de forme explicita una critica contra la formación de los nuevos filósofos en las universidades, que cumplirían su papel prestando su servicio al estado. Incluso antes de empezar esa vago fanatismo por la filosofía, solo rescata a algunos que el llama los verdaderos intelectuales como: Schopenhauer, Heine y Goethe, hasta a su amigo Jacobo Burckhardt en la universidad de Basilea.

Toda su transmutación de los valores se veía apoyada no solo por su genio intelectual, venia apoyada por la influencia del error de otros autores. Donde algunos ven falsedad, el ve la oportunidad para desestimar afirmaciones que según el afectan la filosofía y que en esa época (y es extraño en una época como el siglo XIX) no veía un avance como tal. Ahora la pregunta que cabe hacernos es si aun ese letargo que veía Nietzsche en el siglo XIX y se extendió hasta nuestras épocas recién entrado en siglo XXI no nos ¿estará afectando? O ¿tal vez necesitemos una fuerza innovadora en la escritura, una pluma fuerte que no se interese porque su libro sea Best seller o cargado de una moral fuerte?, o incluso que transcurre algún fenómeno y esperemos al Mesías que ilumine nuestras cabezas para gritar a unísono paz y amor afectados por los narcóticos primero ilegales, y luego legales como las malas ideas y la mediocridad del hombre.

*Ensayo anexo al artículo de la wikipedia.

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