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jueves, 11 de diciembre de 2008

Entre pedagogia y enseñanza

Si das pescado a un hombre hambriento, le nutres una jornada. Si le enseñas a pescar, le nutrirás toda la vida.

Lao-Tse (570 aC-490 aC) Filósofo chino.



Que en la educación actual colombiana si privilegie más a aquellos que reproduzcan que a los que crean, no cabe duda. Que se prefiera áreas afines a la técnica y la “costura”, que aquellas que busquen enaltecer y hacer pensar tampoco es mentira. Pero que nosotros los futuros docentes aun sigamos obedeciendo las dos anteriores circunstancias, es mucho mas grave todavía. Más grave aun que no halla intelectuales o evaluadores generales de la situación actual de la pedagogía, es el hecho que esos evaluadores críticos no hagan nada, y peor aun que conozcan la situación y no hagan nada por cambiarla. ¿En que difieren entonces unas palabras de otras cuando a la educación nos referimos?, en primer lugar que conceptos como Pedagogía, Didáctica, Currículo, Educación y Enseñanza, no estén del todo claros, y segundo que al no estar claros estos conceptos fácilmente podemos caer en el error de combinarlos y/o peor aun criticarlos sin saber bajo que fundamento nos estamos moviendo. No quiero hacer en el escrito a continuación una apología total al significado de las palabras porque no tiene ningún sentido, tampoco quiero quedarme en la posición reduccionista de atacar términos cuando el problema de fondo es mucho mas grave aún, pero si quisiera explorar conjuntamente con el lector los términos anteriormente descritos y contrastarlos con lo que dicen cuatro autores (Olga Lucia Zuluaga, Ricardo Lucio, Carlos Vasco y Rafael Ávila) y mi experiencia como estudiante. Como estudiante me gustaría ponerlo en mayúscula ya que estoy viendo los toros desde el ruedo, y más aun que he sentido bajo la experiencia de sentir la línea vertical (maestro/alumno) más de cerca y sobre todo más reciente que los autores citados anteriormente.

La importancia de conocer los conceptos no es solo memorizarlos, si no poder problematizar con ellos por eso no es en vano que algunas disciplinas como la filologia, se den cuenta que le concepto encierra ciertos caracteres especiales de las naciones o de los hombres. La forma de expresarlo y sobre todo de enseñarlo a otros, dice mucho de mi oficio como maestro. Por eso cuando referimos al estado actual de la educación y al manejo discursivo que se da de estos conceptos, también tiende a que estos conceptos sean interpretados de una manera y no de otra. Por ejemplo, una de las principales dicotomías existentes esta entre la relación de la enseñanza de pedagogía y la del maestro común. Y es que ya solo hacer esta distinción implica un problema bastante grave, primero porque se separan dos conceptos que tendrían que ser de un mismo sujeto en dos: los pedagogos y los maestros, entre los que piensan la forma de enseñar y los que finalmente tienen que aplicar lo que los primeros escriben sentados en sus escritorios universitarios y los segundos en sus aulas de clase de colegio. He allí el primer error, el pedagogo reflexiona constantemente sobre su disciplina y necesariamente si lo hace constantemente tiene que saber que no se puede quedar atrás del contexto que lo rodea, así es que el maestro cuando entra al aula de clase no puede quedarse ajeno a las discusiones de la misma, por tanto el maestro tiene que ser pedagogo en ese sentido. Un ejercicio como el de la pedagogía no puede quedarse simplemente en el hecho que se especifiquen las mejores formas de enseñar tienen que trascender necesariamente mas allá, así Olga Lucia Zuluaga nos dice: “ …se refiere tanto a los procesos de enseñanza propios de la exposición de las ciencias, como al ejercicio del conocimiento en la interioridad de una cultura”(Zuluaga), entonces del anterior apartado se infiere que estos ejercicios no pueden quedarse cortos en la enseñanza de cómo llegar a los estudiantes, si no que a su vez modifican al maestro que siempre debe tener una actitud dispuesta a escuchar y aprender. El conocimiento del contexto viene a fortalecer no solo el espacio de aula de clase, si no que al vincular el contexto en el cual se desenvuelven los estudiantes hace que el aprendizaje sea significativo, a la mano y en mucha mayor medida critico.

La interdisciplinariedad cala en los cuatro autores por el hecho de no desconocer lo propio de la pedagogía con el aporte de la disciplina. Tal vez pueda surgir la duda del porque el sistema de educación europeo o americano pueda no tener esas falencias, y es porque realmente puede que no estén descontextualizados de su medio (aun cuando existan casos que si), el problema cuando se hacen estos trabajos de innovación interdisciplinar en estos países, no es precisamente que sus conocimientos estén “mas avanzados”, si no que queremos trasladarlos directamente acá ahorrándonos por demás el trabajo de pensar en un sistema educativo propio. Si ya esta hecho para que traerlo dirían otros, y es que Ricardo Lucio lo ve de esta manera: “ (la pedagogía)…es interdisciplinar y se apoya en la antropología y la filosofía”, por tanto la antropología exige el conocimiento de nuestra cultura y la filosofía exige a su vez una reflexión sobre lo que hallemos. Pero tal parece que para nuestros intelectuales famosos por sus “recetas mágicas” no ha de gustarles de ha mucho que de un día para otro, sus cursos o especializaciones en el extranjero no sirvan de nada, poniendo así en riesgo su propio prestigio y posición social.

Poner en aislamiento al maestro del conocimiento supone que el no este realmente haciendo nada, así Vasco por ejemplo nos dice: (la enseñanza)… “es una saber especifico que incluye el saber disciplinario.” Ahora supongamos que el maestro no sea un licenciado propiamente en una disciplina en el cual pueda “ganarle” un disciplinario “puro”, entonces no puede ni dar conceptos relativos a la disciplina que desempeña, ni tampoco es un pedagogo en la educación. Entonces aún cuando suene feo y que algunos puedan decir que realmente las cosas no son así, resulta necesariamente tácito que mucho futuros docentes tengan estas concepciones en la cabeza, y por eso les urge hacer algún estudio de postgrado para salir rápidamente de la escuela. Parece como si la escuela fuera una cárcel o un lugar de castigo para que ambos (docentes y estudiantes) sean confinados. Nada de estos puede resultar mas absurdo y puede decir mucho de nuestro estado actual en educación. Personalmente pienso que los mejores maestros deberían ir a las escuelas de educación básica y media, y que allí en la formación de los mismos estudiantes, pueda darse un conocimiento mas critico y mas apto para resolver problemas que no tengan necesariamente que contar con la mano del intelectual que nos de ordenes. Si se critica y se desprecia tanto la escuela, es muy probable que los futuros maestros no vean su actividad como importante y decidan dejar el futuro de muchos de sus estudiantes a la deriva.

La doble división entre educación superior y la básica no se haya solamente en cuanto a contenidos, si no a su vez en el trato recibido por estudiantes y docentes recién llegados de la educación básica. En cuanto a contenidos la división se hace muy evidente así por ejemplo tenemos que Rafael Ávila nos con conduce sin el mismo saberlo sobre esta dicotomía cuando dice: (La razón)…”se hace relacionando, comparando, afirmando, negando, argumentando, formulando preguntas y ensayando respuestas”, así que tal parece como esta pintada esta definición parece como si estuviera totalmente ajena al ejercicio en la escuela, ya que siendo un poco extremos algunos docentes universitarios bien pueden creer que ese “conocimiento vulgar” dejado en la escuela tiene que cambiarse en la universidad, y tales comparaciones como “eso lo dejamos para niños de primaria” o “usted ya es universitario” dejan mucho que desear cuando nosotros vemos la etapa de la escuela como improductiva y profundamente traumática. La segunda dicotomía que yo observo al llegar a la educación superior, es el hecho de la “minoría de edad” de los estudiantes, y llamo minoría de edad, al trato recibido al estudiante que aún no es capaz de “pensar” por si mismo, y que necesita que se le ponga en verdad a hacer un ejercicio reflexivo, razón por la cual el docente se convierte así en un salvador y un llamado a cubrir los vacíos dejados por la escuela. El estudiante entra perdiendo a la universidad, y como tal es excluido porque aun no ha aprendido a aprehender. El trabajo intelectual dado a estos estudiantes resulta o demasiado trivial, o tan profundamente complejo que no sale de los limites de la universidad dejando en ambos casos al estudiante como al principio…totalmente descontextualizado. Las oportunidades para que un estudiante de primer semestre sea vinculado a un grupo de investigación son cada vez más reducidas, tanto el saber teórico como el saber hacer tienen que mezclarse mutuamente, no se puede descontextualizar uno y otro, y la división entre los reflexivos y los “didácticos” (palabra que tratare a continuación) se hace abismal.

En el sentido clásico se les recuerda constantemente a los docentes que no saben aplicar la “didáctica” y que al no saberla aplicar los contenidos de diferentes teorías traídas de importación no pueden servir. El error se repite dos veces, el primero porque la didáctica no se puede reducir simplemente al juego o a los materiales audiovisuales para explicar cierto tema, el segundo porque los materiales de importación muchas veces no sirven y los recetarios ya pasan de moda. Por eso Zuluaga nos habla de: “la didáctica es un discurso por medio de cual el saber pedagógico piensa la enseñanza hasta hacerla el objeto central de sus elaboraciones”, por tal motivo la reflexión no se puede separar tan tajantemente del ejercicio practico. En eso pueda fallar también los proyectos de innovación que se llevan a cabo en diferentes escuelas, ya que estos proyectos no pueden quedarse solamente en los contenidos que se enseñan si no también a las practicas que ellas conlleven. Muy bien puede parecer que se deje de enseñar tal contenido y sea representado por este otro, pero eso no va a cambiar que nuestra forma de ver al estudiante siga siendo la misma, y que la relación vertical no cambie. Así mismo no se puede negar a su vez que los docentes puedan hacer ejercicios de razón pero sin calidad, y ello puede implicar a su vez un problema en la calidad dada en las universidades y sobre todo en las facultades de educación que aun no han encontrado la importancia que realmente tienen. La educación conlleva una gran responsabilidad, así Lucio la define como: “Aspecto especifico de la practica educativa que sistemática e institucionalmente supone una especialización creciente de las funciones de la sociedad”, y por tanto al ser el hombre un elemento si no el que le da la importancia a la sociedad, resulta especialmente importante la formación que el mismo tenga, y las facultades donde se supone deba ser formado.

En cuanto a la enseñanza específicamente de las ciencias sociales, cabe resaltar que varios puntos expuestos anteriormente se entrecruzan con temas que ya he tratado con anterioridad. Están las relaciones de las disciplinas con la pedagogía, y a su vez el perfil del docente que ha de ser usado cuando se le aleja del conocimiento. En el caso particular no es ni historiador ni sociólogo, pero tampoco se piensa como pedagogo. Entonces la ciencia social aun cuando no pase como la disciplina rígida y tan “profesionalizada” no ha de ser abandonada. Usualmente este alejamiento del conocimiento se nota en el trato hacia le docente, y no se puede caer en el error de pensar que el docente de sociales tiene que “responder por todo y por todos”. La crítica social y mas aún de contexto, no puede aislarse del discurso del docente. Si por algo ha de caracterizarse ha de ser por la responsabilidad que conlleva lo social, porque las relaciones entre estudiante-docente son muy importantes, y porque el laboratorio mas importante ha de ser el aula de clase y la ciudad.

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