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jueves, 11 de diciembre de 2008

Sobre la muerte

Sobre “La muerte”

Hipótesis:


Nuestra incapacidad para comprender la muerte no solo radica en que no podemos sentirla “objetivamente”, sino que también no reconocemos el valor de nuestra propia vida y la de los demás. Preferimos llorar amargamente por el que ya no esta, y vivir angustiados y con rabia por el que aún vive.

La muerte vale cuando nosotros reconocemos la muerte de otro y reconocemos la muerte del otro cuando apreciamos nuestra propia vida…muy poco probable que alguno pueda aceptar este argumento, pero aunque unos falsamente entiendan que la muerte es una sola y como tal no hay otra, encontramos que si puede haber muchas más muertes, y que cada nueva muerte es una legitimación mas de nuestra vida. ¿Acaso resulta inválido pensar que no podemos alegrar nuestras vidas con la muerte de otros? Se nos ha enseñado que sería ingrato y hasta falto de educación hacer semejante afirmación, pero también se nos ha dejado pasar que la rememoración de un muerto, no es más que un terrible acto de egoísmo en donde lloramos amargamente no por la vida perdida si no por la falta de nos ha de hacer esa persona. Pero no considero que esta afirmación mía tenga necesariamente un toque de angustia en el lector ni menos aun que pretenda subvertir todos los valores de la “memoria” hasta ahora expuestos…NO, al contrario, si puede hablarse de “Muertes” (como Derrida) porque se pensaría acaso de mala manera pensar que no puedo jugar con la muerte. La muerte es una palabra, la muerte no se aplica solo para el ser querido que se encuentra hoy y mañana desaparece, la muerte es un concepto, y como concepto tiene vida propia, la palabra muerte en realidad nunca muere, menos aun puede compararse con la nada, tanto muerte como nada, existen, existen en mi memoria, existen como medio para representar esa ausencia del otro, existe en mi memoria porque como la muerte está allí, ella me pone unos límites, ella no me deja pasar y menos aun me deja experimentar lo que significa la muerte, solo puedo especular sobre la muerte, porque al igual que las decisiones que se toman en la vida…para la muerte solo existe una oportunidad y nada más.
¿Entonces se preguntara el lector hoy, porque el concepto de muerte aun sigue existiendo? ¿Por qué no hacer el luto en silencio y evitar al máximo de hablar del desaparecido? ¿No estaría en contradicción aparente afirmar que algo está muerto así digamos “muerto” es vivo para nosotros? Si lo anterior es si en cualquier pregunta ¿Por qué seguimos hablando de muerte? Lo que está muerto según nuestra apreciación es lo que deja de existir, pero como ya había dicho no se trata de existir o no existir, ahora va mas allá, se trata de entender porque seguimos hablando de muertos. Algunos aunque no parezcan, son muertos en vida. Por eso el desgarrador testimonio de Primo Levi en la trilogía de Auschwitz, demuestra como los hombres ya no eran hombres, ni siquiera animales, simplemente morían, ya no había nada ético allí, simplemente se olvidaba lo que significa ser humano. Si puede haber hombres que puedan ser catalogados como muertos en vida, porque no podremos hablar de la muerte como una calificación al sujeto.
El pensar opera con lo invisible, por tanto allí vuelve a aparecer en escena nuestro muerto, solo vive cuando lo pensamos, porque si hubiera otra oportunidad para vivir solo lo juzgaríamos en la proximidad en la que el este de nosotros. Por tanto como podríamos juzgar a un muerto, si el pensar queda limitado a lo humano y el que no está deja de ser humano. Por tanto ni siquiera bajo los horrores de la segunda guerra mundial, y menos aun con los juicios de Núremberg la humanidad sano completamente su herida. El juicio hacia la muerte por tanto no queda solo en los actores, cuestiona toda la sociedad, cuestiona a los vivos, y como en la Alemania Nazi, cuestiones sobre todo a aquellos que día a día quedaron acomodados en sus residencias ignorando o intentando hacerlo a lo que significaba la muerte de miles de personas. Es cuestionable también que un soldado viva con su muerte a cada momento, que no haya más sentimiento que el de bajar los brazos, y esto mucho más allá de significar algo sobre la muerte, ejemplifica mejor que nadie que la muerte es de vivos, y que aun más terrible que la “eliminación” de otro ser humano, es el estado en el que se encuentran muchos que ya están muertos en vida.
La muerte mas allá de ser un adjetivo que se pone o se quita, la muerte transforma. Lejos de ser un impedimento, resulta ser una excusa de transformación, la muerte obliga a transformar a los individuos. Tanto vencedores como vencidos se transforman con la muerte. No se puede negar que la muerte es de los vivos, y como tal en algo tiene que afectarlo, no solo en el recuerdo de lo que fue y no es, si no en lo que puede ser y será. Para el muerto no hay segundas oportunidades de saber cómo pudo ser la vida si hubiese evitado ciertos vicios o si no hubiese pasado por aquel lugar que le quito la vida, el vivo si puede hacerlo. Pero algunos so pretexto de “recordar” no hacen de la muerte más que un ritual y no de vivir, no relacionan ni la muerte del otro con la vida propio, pero tampoco (y allí sienten la incapacidad) de saber que es sentirse muerto. Por eso termino con una cita de lo que dice Camus en su libro la caída: “Pero, ¿Sabe usted por qué somos más justos y más generosos con los muertos? La razón es sencilla. Con ellos no tenemos obligación alguna. Nos dejan en libertad, podemos disponer de nuestro tiempo, rendir el homenaje entre un cocktail y una cita elegante. Si nos obligaran a algo nos obligarían a la memoria y lo cierto es que tenemos la memoria breve.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Un post muy interesante. Es difícil hablar de la muerte, sobre todo desde el momento en que comprendemos que gran parte de las cosas que hacemos en la vida cotidiana están impulsadas por el miedo que ella nos provoca, y tratamos de sortearla, como si fuese un obstáculo, una barrera, una falacia.


Pero ese sentimiento soberbio y altanero que nos redobla la vida en nuestro egoísmo, realmente está amenazado cuando sigilosamente comprendemos la obvia verdad, el ineludible final, el pensamiento que acecha, que no nos deja vivir en paz, y que incluso nos mira sigilosamente mientras sonreímos en nuestra sociabilidad y fingimos que realmente no comprendemos lo suficiente para concluir que realmente la vida es una gran decepción. Todo: el desgaste de las personas, la senilidad, la adulteración de lo prohibido para poder saber que no importa qué tan degradados estén los valores, ni qué tan inmundo sea nuestro planeta: nuestra misión es sobrevivir y perpetuar nuestros genes. Ese pragmatismo estéril, eficiente, insensible: eso es precisamente la vida.


Cada vez toma una dimensión más precisa y cercana el tema del suicidio, no por hundirme en una depresión formulada por los derroteros, los fracasos y la falta de creatividad en la vida; sino por cuestiones que realmente son difíciles de explicar. Es difícil enunciar las razones por las cuales comprendemos que la vida realmente no tiene ningún sentido, y aunque pudiésemos resumirlo en un nombre o una conjetura concisa, las personas deberían recurrir a sus millones de años de historia para poder comprenderme.




Vivir o morir. Aunque pareciese ser un acto de elección libre, detrás de cada una de nuestras misiones puramente humanas se esconden enigmas subterflugiados, se esconden necesidades ambientales específicas que nos obligan a ser y a comportarnos de una manera predeterminada.


Pensar en morir se hace una necesidad biológica para los que abrimos los ojos, jamás pensé que la verdad se empecinaría en oprimirme tanto el pecho.

Me encantó su blog, vendré por aquí seguido.

Orlando.

Andrés Lizarazo dijo...

Chaplin en una pelicula llamada "candilejas" resume muy bien lo que llama la vida. "la vida no tiene ningun sentido, el sentidos e lo damos nosotros mismos". Y asi mismo funciona la moral y los juiocios eticos, lo tenemos atiborrados de politica y religion, y no sabemos que eso se lleva a la practica, la etica esta en le deporte, esta en el juego de los niños, esta en todas partes. Asi la vida no tiene ningun sentido, y solo nosotros mismos podemos darselo.

Arendt termina diciendo: . Para entender al extranjero lo justo no es decirme que yo también soy extranjero para él, sino que yo soy extranjero incluso para mí, como el ha de serlo para sí mismo....

PD:Agradezco su comentario