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domingo, 10 de julio de 2011

Noche de sábado

Noche de bar, sábado en la noche, una que otra buena rola que suena. El bar se ve atractivo a simple vista, todos seguimos hacia adentro para ver cuales son las nuevas sorpresas que nos esperan. Un tiempo muerto, una luz tenue que no alumbra nada, un par de mujeres vestidas de negro con pantalones que resaltan sus lindas caderas. La cerveza no recuerdo haberla probado, en realidad estaba muy molesto por la cuenta que me toco pagar para entrar, esta noche dije tenemos que hacer algo o me voy a arrepentir de pagar una cuenta tan alta. No se si el remedio que yo había propuesto al final termino mas caro que la enfermedad, todo se había ido al traste, ninguno de nosotros a ese punto recordaba muy bien que hacer, ya era muy tarde y habíamos bebido demasiado. Al final de la noche íbamos a saber si nos arrepentíamos o no de esta forma de vivir la vida.
La noche no me dio la respuesta, el día siguiente seria el encargado de darme una respuesta…todo se fue al traste, no nos quedaba nada, el dinero se había esfumado, todo le licor nos lo habíamos acabado, mi reputación de por si ya deteriorada cada vez era peor, mis amigos llegaban tarde a sus casas, y el día de hoy nada parecía mejorar esa situación. Pero cabe preguntarnos ¿realmente hoy estamos así?, se me vino una respuesta a la mente, creo que estamos empeorando aun mas la situación, nos estamos castigando demasiado duro con nosotros mismos, nada puede quedar más allá con nosotros, nos habíamos desarticulado totalmente de la vida y al mismo tiempo nos queríamos volver a incorporar pero de una forma muy agresiva. Nuestro índice de normalidad no estaba siendo medido de una forma muy imparcial, solo queríamos castigarnos por todo lo que ya había descrito en el primer renglón. ¿Qué nos queda por hacer? ¿Cómo superamos “el cargo de conciencia”? teníamos que hacer algo, no podíamos ni teníamos la paciencia necesaria para esperar que el tiempo hablara por nosotros. Entonces la solución tenemos que plantearla como lo hacen los psicólogos, dejar hablar a sus pacientes, dejar que le desahogo sea tan grande y termine por agotar la cabeza de tal forma que los recuerdos de anoche se vean reemplazados por nuestros nuevos recuerdos, unos recuerdos que mas bien son exigentes con los argumentos y con las justificaciones del ¿Por qué de nuestra actitud?
Varias horas han pasado y todavía tengo la maldita resaca moral de la mañana, es más, todo empieza la misma noche, no habíamos terminado la noche y ya estaba cuestionándome por lo que había pasado, las risas no eran lo suficientemente tranquilizadoras de las palabras que mañana iba a esperar de mi madre. Pero no importaba, casi todo le dinero que había traído me lo había gastado ya, así que lo económico como factor “tranquilizador” de conciencias, no era un factor que ahora me ayudara mucho. Aún mejor, no nos quedaba a nosotros casi nada por agregar. Que triste e incomodo se sienten las personas cuando en los momentos de crisis no tienen nada que sacar de la situación difícil más que la experiencia ya vivida, un golpe en le pecho con la promesa que “no lo vuelvo a hacer”, y un sincero deseo porque a mis amigos les vaya bien. Más allá de eso no puedo esperar nada más.